¿El Educador/a Social nace o se hace?

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Para responder a esta pregunta no me voy a detener en estudios o en autores que ya han elaborado sus posibles tesis sobre este tema, voy a intentar hablar desde la experiencia personal, que considero que es lo que nos hace ricos en conocimiento y aprendizaje a los profesionales que trabajamos en este campo.

Considero que el Educador/a Social no nace. No puede nacer. Estoy convencido que el Educador necesita de espacio y experiencias para hacerse y sobretodo para ser. Hacer y ser para el Educador avanzan en la misma dirección y al mismo ritmo.

Decir que el educador «se hace» significa en un primer momento admitir que el Educador se encuentra en continuo aprendizaje cada día, en continua mejora. Decir que el Educador «se hace» es ser capaces de reconocer que vamos a estar dispuestos a admitir que cada día que pasa el Educador es capaz de aprender de cada una de las intervenciones que tiene, de cada uno de los errores que comete y de cada una de las alegrías y éxitos que consigue. El Educador se hace siendo humilde y reconociendo sus carencias y faltas, que es lo que le llevará al día siguiente a una mejor tarea educativa, el Educador se hace en cada tropiezo educativo y en cada reflexión que de camino a su casa hace.

Pero aún considero más importnate la opción de que el Educador «es», y sí,me arriesgo a decir que el Educador es siempre. Sin un testimonio real de vida y coherente el Educador pierde capacidad de intervención, pierde capacidad de convertir en estimulante cada una de aquellas cosas de las habla. Las personas con las que trabajamos tienen derecho a vernos creer en todo aquello que transmitimos, si no, tal vez, la acción socioeducativa no podría existir.

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